Camila O’Gorman y Ladislao Gutiérrez forman parte de la historia trágica de Argentina. Él era sacerdote jesuita y ella una joven de la alta sociedad porteña. Tras comenzar una relación a escondidas y sostenerla durante algunos años, decidieron fugarse. El lugar en el que finalmente decidieron quedarse fue la, por aquel entonces, villa de Goya. Allí, Camila O’Gorman y Gutiérrez estuvieron varios meses trabajando hasta que los descubrieron. Goya hoy es conocida como el único lugar en el que la joven pareja pudo disfrutar su amor. Lejos de las imposiciones y las convenciones sociales, Camila y Ladislao fueron felices y contribuyeron enormemente al desarrollo y la educación de los goyanos. En esta nota te contamos la primera parte de la historia de estos jóvenes amantes.
Ella, Camila O’Gorman, una dama de alta sociedad
Camila O’Gorman nació en Buenos Aires el 9 de julio de 1825. Era la quinta de los seis hijos de Adolfo O’Gorman y Joaquina Ximénez Pinto. Los O’Gorman eran una familia de clase alta de ascendencia mayormente irlandesa, francesa y española. La abuela de Camila, Ana Perichon, una aristócrata francesa apodada despectivamente “La Perichona”, había sido amante del virrey Santiago de Liniers. Adolfo y Joaquina O’Gorman buscaban que sus hijos se destacaran social, política y académicamente y para así mitigar el ruido de los escándalos de Madame Perichon. Uno de los hermanos de Camila logró posicionarse como sacerdote de la Orden Jesuítica y otro como Jefe de la Policía y penitenciaría. Camila, mientras tanto, era una destacada socialite que participaba en bailes y fiestas acompañada de su íntima amiga Manuelita, hija de Juan Manuel de Rosas.
Él, Ladislao Gutiérrez, sacerdote jesuita
Ladislao Gutiérrez era un sacerdote jesuita. Gozaba también de una buena posición económica ya que era sobrino del gobernador de Tucumán de aquel entonces, Celedonio Gutiérrez. Ladislao había asistido al mismo seminario jesuita que Eduardo, uno de los hermanos de Camila. Según algunas versiones, fue él quien los presentó cuando Ladislao llegó desde Tucumán hasta Buenos Aires buscando avanzar en su carrera eclesiástica. Allí, en 1843 fue nombrado párroco en la iglesia del Socorro. Como gran parte de las damas de la sociedad porteña, Camila asistía frecuentemente, iba a misa y escuchaba los sermones del joven cura. Además, los O’Gorman solían invitarlo a su residencia para que los acompañara en almuerzos y otras reuniones.
El nacimiento de la historia de amor
Los encuentros entre Camila y Ladislao se hicieron cada vez más frecuentes. Aparte de verse en la iglesia y en la residencia O’Gorman también se los veía caminar juntos por Palermo. El romance clandestino, tras meses de dudas y vacilaciones de ambos, no tardó en empezar. Durante años mantuvieron su relación a escondidas hasta que la situación se tornó insostenible y decidieron que la única solución era escapar de Buenos Aires. La noche del 12 de diciembre de 1847, cuatro años después de que se conocieran, Camila O’Gorman y Ladislao Gutiérrez decidieron escapar. Llevaban consigo un poco de dinero, ropa y algunas pertenencias. Tras una breve escala en Luján seguirían viaje rumbo a Entre Ríos y Corrientes esperando poder cruzar la frontera y llegar a Río de Janeiro.
La fuga y la llegada a Goya de Camila O’Gorman y Ladislao Gutiérrez
En su camino hacia Río de Janeiro, los enamorados idearon un plan: una vez que llegaran a Paraná dirían que habían perdido sus pasaportes y que necesitaban unos nuevos. Esos nuevos documentos no tendrían sus nombres reales, sino unos falsos, que les permitirían circular más libremente lo que les quedaba de territorio argentino. Así, Ladislao se convirtió en Máximo Brandier y Camila en Valentina Desán, una pareja de comerciantes oriunda de Salta. No se sabe si por falta de recursos o por algún giro del destino, una vez que sus pasaportes fueron emitidos, los Gutiérrez, ya casados se quedaron en Goya, en la provincia de Corrientes. Lo que sí se supo, con el paso de los años y siglos de historia es que en ese lugar, durante varios meses, Camila y Ladislao fueron más felices que nunca.
